Cómo empezó todo...
Había una vez, en un pequeño taller perfumado de hierbas, una mujer llamada Amanda, conocida en toda la región como la herbolaria de corazón generoso. Pasaba los días recogiendo hojas, flores y raíces, mezclando infusiones que curaban el cuerpo y el alma. Sin embargo, Amanda sentía que su conocimiento no debía quedarse guardado en frascos y pergaminos.
Una tarde, bajo el dosel del bosque talamanqueño, Amanda habló a las personas reunidas en su taller, mientras compartían el fresco té azul de clitoria: —“Sueño con un lugar donde cualquiera, desde cualquier rincón del mundo, pueda aprender de las plantas, honrarlas y usarlas con respeto. Un jardín que no tenga muros, un bosque sin fronteras.” Entre quienes escuchaban estaba AlekSandra, una ingeniera de software con un corazón verde y una pasión por las plantas.
Al escuchar el deseo de Amanda, los ojos de AlekSandra brillaron como estrellas. Esa misma noche, comenzó a tejer el hilo invisible de aquellas palabras y lo convirtió en un archivo encantado donde las plantas florecían en armonía. Su verdadera chispa era la nutrición. Desde el bosque tropical que habitaba, rodeada de frutas radiantes como soles, estudiaba sus secretos en vitaminas y minerales. Así, al saber de las hierbas añadió también el de los frutos, para que cada visitante aprendiera no solo a sanar, sino también a nutrirse con los dones del bosque.
Pero el cuento no terminó allí. Llegó Natalia, una sabia guardiana de los bosques de Talamanca, en el Caribe Sur de Costa Rica. Con manos firmes y corazón protector, añadió su experiencia para recordar a todos que no basta con conocer las plantas: hay que proteger los bosques, cuidar las semillas y honrar la tierra que las hace nacer.
Así, el sueño de Amanda se convirtió en una realidad compartida: un lugar donde la sabiduría de las hierbas, la nutrición de los frutos tropicales y la voz de la selva se unieron en armonía.
Y aquí está ahora, ante tus ojos, para que lo disfrutes como si caminaras por un sendero verde en el bosque talamanqueño.
Porque los cuentos de hadas no siempre empiezan con «Érase una vez». Algunos empiezan cuando entras en ellos. 🌿✨