El viejo cactus

AlekSandra
herbology

El viejo cactus del desierto se rehusaba a florecer, convencido de que su belleza era una trampa para los depredadores. Vivió años, estoico, sin mostrar una sola flor, a diferencia de sus vecinos, que se adornaban con colores vibrantes en la temporada de lluvias. Pero con cada año de soledad, el cactus sintió una punzada de tristeza al ver a las abejas pasar de largo y las aves ignorar su presencia. En la tranquilidad de la noche, el cactus reflexionó sobre su decisión. Comprendió que el riesgo valía la pena, que la vida era más rica con un poco de belleza, y que el miedo no podía ser un obstáculo para su propósito. A la mañana siguiente, para asombro de todos, el cactus se cubrió de flores rojas, un espectáculo que el desierto no olvidaría jamás.